día 21: 6/05
Nos levantamos tipo 10 como casi siempre, el cielo despejado, yo con la idea fija de conocer la cueva de las manos, los otros mas convencidos de seguir viaje para escaparle al sur con la remota idea de poder escapar al frío, yo sostengo que como es cordillera todo el viaje y vamos entrando al invierno, vamos a tener frío siempre, veremos que sucede. El día anterior hablamos con un hombre de la zona que nos dijo, venir por acá y no conocer la cueva es como ir al calafate y no ir al glaciar, punto a favor para mi. y también nos dijo que después de las cuevas había otra ruta que empalmaba a la 40 mas adelante así que no tendríamos que volver por el mismo camino.
Arrancamos para la cueva, ripio de nuevo, 40 km del bendito hdp, llegamos al valle del río Pinturas, donde esta la cueva, antes nos cruzamos con mas guanacos, y ñandúes, ovejas. Ya el valle invitaba a bajar, es como un oasis en el medio de la estepa, además veníamos de viento, aridez, frío y hasta lluvia, así que venía bien un día soleado y con viento aceptable.
Pasamos por el centro de interpretación, y ahí nomás nos dice que hay guía con 3 personas, así que nos esperaban en el comienzo. Hay una pasarela bien armada a lo largo de unos 600 metros que nos lleva por la pared de la cañada que está llena de manos pintadas, escenas de caza, animales, símbolos como círculos concéntricos y otros sin interpretación clara. El guía, Ernesto que en realidad es un empleado porque en esta época no hay guías, nos explicó muy bien todo lo que preguntábamos, con la claridad de alguien que aprendió porque hace lo que le gusta.
Las pinturas datan de 9000 a 1300 atrás, eran tribus pre-tehuelches, a pesar de esto no hay datos en la tradición tehuelche sobre estas pinturas, ni los motivos. Todas son manos izquierdas, porque usaban la derecha para direccionar una cañita con la que escupían la pintura que era una mezcla de pigmentos de la zona, grasa, sangre, tal vez orina entre otras cosas. Mientras vemos las pinturas podemos hacer nuestras propias conjeturas, porque todo lo que se sabe es gracia a un investigador que dedicó muchos años a recopilar la información, pero mucho es especulación.
Y en esto me sumo yo, me da la sensación de que pintar la mano en esa pared era significancia de algo, como en algunas culturas es el paso a la pubertad, dejar la niñez, un momento para ser registrado en la memoria colectiva. Hay manos de todo tamaño, hasta una de seis dedos, aunque parece pintada en forma contraria a las otras, así que no podemos decir que hayan sido sólo hombres o sólo mujeres. Imagino esto, cada uno de lo que van a pintar su mano buscando los elementos necesarios para la pintura como parte de un ceremonial, según sabemos los minerales usados estan a unos cuantos kilómetros de la pared, y dejando su mano registrada para la tribu....quien sabe realmente?.
Y así conocimos la cueva de las manos, sobre un valle muy agradable, sabemos que hoy en dia todavía hay pumas en la zona, pero se alejan de la gente, lo mas parecido que vimos fue un gato, pero no pintaba ser peligroso.
Seguimos viaje, por otra ruta de ripio, con muchas pendientes, interesante y peligrosa, con viento fuerte de nuevo el ripio se torna mas inestable, fueron unos 30 km hasta retomar la 40, con pavimento, y de ahí a Perito Moreno, pasando por la zona de donde los indígenas sacaban los pigmentos de la pintura, y salta a la vista donde era esto. Llegamos después de un rato a Perito Moreno, casi regulando el tema del combustible, pero con la certeza de haber tenido otra buena jornada.
Parte del viaje es aprender de la cultura, de la actual y la pasada, la que fue borrada y casi desaparecida, quedan vestigios que luchan como los habitantes originarios de la región, cada día se nos hace mas claro lo duro que es la vida en la Patagonia, mas si pensamos que los recursos no eran los actuales, donde nuestras mayores preocupaciones son regular la cantidad de combustible disponible o no tener señal de celular en el camino, una superficialidad si pensamos en conseguir la comida día a día con lanzas, arcos y flechas....
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