un pueblo....

Dia 2:  17/4

 El segundo dia el atardecer nos llevó a teniente Origone, luego de esquivar Bahía Blanca olímpicamente. A ver, quien sabe donde queda? ni idea no? bueno, así lo encontramos en el camino, a dos kilómetros de la ruta, un pueblo de 150 hab, cuando llegamos encaramos a la primer persona que vimos que resultó ser el delegado municipal, nos mandó a una especie de plaza en frente  al geriátrico (sí, tiene geriátrico), a 3 cuadras de donde estábamos, casi la periferia del pueblo.

 Es una vida incomprensible para la gente de ciudad la que se lleva en un pueblo, cuesta imaginar que es lo que hacen en su tiempo, pero seguramente lo tiene bien ocupado, y sin preocuparse que hacemos nosotros con nuestro tiempo. Gente muy agradable, curiosa pero como respeto, se ve que cada tanto llega algún viajante a parar, como un canadiense que estuvo unos dias antes en bici.

  Esa noche nos hicimos un asadito para aprovechar la parrilla y leña disponible, a la mañana siguiente hicimos la vuelta del perro, vimos una capilla, un árbol de discos de arados, bueno algo que parecía eso, un aljibe en desuso, cuando estábamos con la rutina de la carga de equipaje, se nos acercó un hombre muy alegre, el doctor Barragán que atiende el geriátrico, quería ver las motos, resultó ser un fanático motoquero, que dos años antes había hecho una parte de la ruta 40, que tuvo que suspender por un percance, como fue una fractura expuesta de uno de los integrantes de su grupo en un accidente. Después de eso la mujer le dijo no mas, ya tenes 59 años; pero nos dijo que vernos le hizo picar el bichito motoquero de nuevo, quien dice no lo cruzamos por alguna ruta.

 Lo bueno de esta parada fue, al menos para mi,  ver como es la vida en un pueblo ignoto, al menos por unas horas, charlar con los lugareños, aspirar un poco de su ritmo, sentir lo invariable en su esplendor. Sólo un pueblo, del montón, pero único e irrepetible.